jueves, 23 de abril de 2009

Palabras de Lucas. Sobre “La amistad entre Leticia y yo” (Parte 2)

VER PARTE 1

Vi como se iba, cabizbaja y haciendo un gran esfuerzo para no darse vuelta hacia donde yo me había quedado. Creo que sospechaba el desconcierto que acababa de provocarme, a pesar de mis intentos para que ella no lo notara. Me hice el duro con el objetivo de que se fuera un poco más tranquila, pero me parece que no dio mucho resultado.No soy muy buen actor y cuando algo me pone triste, enseguida se me nota y mucho. Ésto me había dejado impactado, no me lo esperaba para nada, pero lo que menos me esperaba era este dolor punzante que se hacía cada vez más grande.
Me fui corriendo a la casa de Rodrigo. Tenía la necesidad de contarle a alguien que Leticia se iba lejos. En el camino sentí que la cabeza me iba a explotar, caminaba lo más rápido que podía, no veía las horas de llegar y nunca sentí tan largo el trayecto como ese día. Me acordaba de Leticia llorando, diciéndome que me iba a extrañar como si no nos fuéramos a ver nunca más, mirándome con los ojos llenos de miedo… Que groso lo que puede hacer la amistad: tan seguro te sentís cuando te acompaña y tan débil cuando sabes que se va. Por otro lado trataba de calmarme pensando que no íbamos a perder el contacto, que ahora hay mail, celulares, mensajes de texto… pero no pasaba nada, che, y cada vez me sentía peor, porque sabía que iba extrañar mucho verla. Iba a extrañar nuestras juntadas de charlas a la noche, las idas al cine, a los boliches, todo iba a extrañar… Que groso, che… que amistad.
Llegué a la casa de Rodrigo y se ve que me notó tan mal, que enseguida me llevó al fondo del patio para que pudiéramos hablar tranquilos.

-Lucas, qué te pasó, viejo. Parece que te hubiera pasado un camión por encima.
-Uh, no sabes, estoy hecho mierda.

Y me largué a llorar como un nene, como cuando me robaron la bicicleta en segundo grado. No podía decir una palabra, quería empezar a hablar pero no me salía nada. Cuando lograba calmarme un poco, se me venía todo a la cabeza y de nuevo me saltaban las lágrimas, estaba descontrolado.

-Pará, boludo, me estás asustando… decime que te pasó, por Dios. ¿Se murió alguien? ¿Algo con tus viejos, alguna enfermedad grave?

Yo solamente movía la cabeza para responder las preguntas, era lo único que me salía para dejar un poco más tranquilo a Rodrigo.

-Hablá, Lucas, por Dios… ¿Qué mierda te puso así?
-Aguantá, aguantá, ya me va a salir (entre llantos y como pude)
-No te entiendo un sorete, pará de llorar, por favor.

Finalmente apelé a no sé qué y pude tranquilizarme un poco… creo que me cansé de llorar.

-Es Leticia…
-¿Qué pasa con Leti? ¿Le pasó algo grave?
-No, no… Se va a vivir a Bariloche.
-Puta madre, Lucas, me hiciste re cagar en las patas, boludo.
-¿Qué? ¿Te parece poco?
-No, poco no. Me parece raro que te pongas así, que te desesperes tanto. ¿Qué onda?
-¿Qué onda con qué?
-¿Y, qué onda con Leti? Yo sé que son re amigos, ¿pero es para ponerse así? ¿No será mucho? Si total no se van a dejar de hablar.
-…
-Mmmmm… Me parece que la mano va por otro lado y yo ya te lo había dicho… hace mucho tiempo que te lo dije.
-¿Qué?
-¿Qué? Hacete el boludo ahora. Vos no estás así porque se te va una amiga...
-Que no! No empieces de nuevo, no seas novela.
-Ah, ahora yo soy el novela… Vos sos el que se comió a Andrea del Boca y está llorando como un pelotudo desde hace una hora, eh? Que me decís novela.
-Bueno, qué querés? Es mi amiga… y se vá.
-Que amiga ni que amiga, no me chamuyes a mí. Se va el amor de tu vida… boludo, boludo… ¿Cuántas veces te lo dije? Ay, que boludo que sos, por Dios.
-Pará con eso.
-Que pará con eso?? No paro nada, porque soy tu amigo y te lo tengo que decir: hacete cargo, viejo, hacete cargo de una vez.
-…
-…deciselo, decile que estás hasta las bolas con ella… además ella está igual que vos y a eso también te lo dije ya.
-…
-¿Me vas a decir que no te diste cuenta?
-…
-Y si no te dite cuenta… ¿Te vas a quedar con la duda?
-Puta madre, puta madre… ¿Y ahora que hago?
-Anda y decile, boludo… ¿Cuándo se va?
-En quince días…
-Bueno, andá y decile ahora… ¿O vas a esperar a que se esté subiendo al auto, se lo vas a gritar y después te vas a cortar las venas? Deciselo ya y viví a pleno estos quince días con ella...
-…
-¿Qué me mirás así? Andá!! Chau!! Volá de acá!!

Me fui corriendo a buscarla, no me alcanzaban las piernas para ir más rápido, Carl Lewis, un poroto al lado mío. Que groso Rodrigo, finalmente tenía razón.
En el camino le escribí un mensaje a Leti: “Tengo que hablar con vos urgente”, y ella me respondió enseguida: “Yo también”.