martes, 9 de diciembre de 2008

Palabras de Lucas. Sobre “El espíritu navideño”.

Ayer me di cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, pero de eso voy a hablar después, antes voy a disculparme con la señora que se sintió identificada con lo que escribí la otra vuelta, porque mi intención no fue hacerle mal a nadie, solamente quise contar lo que me había pasado y lo que pensé en ese momento. Esta señora, Noelis (que la verdad, no sé si es la señora sobre la que escribí) estuvo bien en decirme que hablé de más, porque en realidad (como dijo ella), no conozco tanto a esta persona; pero no lo hice porque soy un adolescente (como también dijo ella), sino de arrebatado nomás, y de cansado, porque me cruzo cada vez más seguido con personas que en lugar de contarme algo lindo, protestan por la vida que llevan… en fin, pido disculpas si la hice sentir mal. Una cosa más voy a decir y arranco con lo otro: ¿No le parece Noelis, que usted hizo lo mismo con el discurso que escribió sobre mí y los adolescentes en general? ¿No cree que también habló de más? Porque se refirió a nosotros como si fuéramos fabricados en serie y la verdad es que somos personas como usted, diferentes los unos de los otros, así que la próxima vez, tampoco usted hable con tanta certeza de aquellos que no conoce o al menos, no predique con la palabra lo que no hace con la acción… eso nomás quería decir.
Ahora si, retomo lo del principio… decía que ayer me di cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, cuando empecé a ver arbolitos de navidad por todos lados. De nuevo estamos en diciembre, a punto de terminar otro año y a mi me parece que fue ayer, cuando en la navidad pasada me regalaron la patineta que todavía no aprendí a usar bien… ¿Qué loco, no? ¿Será el tiempo que pasa cada vez más rápido o yo, que cada vez estoy más lento? No sé, el asunto es que mi papá y mi mamá, ya están discutiendo de nuevo con quien pasar las fiestas. Eso pasa todos los años y siempre termina igual: la Navidad con mi familia materna y el año nuevo con mi familia paterna, no sé para que desatan las batallas que desatan si al final hacemos lo mismo cada año, supongo que forma parte de la tradición, del festejo. La cuestión, es que mi mamá se empieza a poner triste desde temprano, porque dice que no le gustan las fiestas, que se acuerda de los que ya no están y todo eso. Las noche del 24 y del 31 (pero más la del 24, no se por qué), cuando hacemos el brindis y nos saludamos, ella nos abraza llorando, nos da los regalos llorando, toma la sidra llorando, corta el pan dulce llorando, nos da un pedacito a cada uno y el resto se lo come todo ella diciendo que tiene angustia oral. Yo entiendo que cuando falta en la mesa una persona a la que uno ha querido mucho, la nostalgia viene si o si en algún momento, pero me parece que tampoco es para andar desparramando tristeza a diestra y a siniestra, porque la idea es festejar algo… o no? De otra forma, en vez de decir que nos juntamos a festejar la navidad, digamos que nos juntamos a llorar la navidad y por lo menos estamos todos avisados. Mi abuelo hace cuatro navidades que no está y yo me acuerdo de él siempre, pero más me acuerdo los domingos de asado, las tardes que lo iba a ver jugar a las bochas, las mañanas que me acompañaba a la escuela y todos los días que voy a la casa y no lo veo sentado en su sillón mirando el noticiero, tendría que llorar como mi mamá los 365 días del año… me parece que no pasa por ahí la cosa, pero es lo que yo pienso. Me parece que sería bueno, en lugar de ponernos tristes por los que no están, ponernos contentos por los que si estamos, agradecer los lugares de la mesa que todavía están ocupados y que son mayoría, y acordarnos de los que se fueron con la alegría que nos dejaron, repitiendo sus chistes, sus anécdotas, las historias repetidas año tras año con finales colectivos, el esfuerzo que hacían por no quedarse dormidos antes de las doce y todo lo que en esos momentos nos hizo llorar, pero de la risa… para recordar como ellos lo hacían y para no olvidar lo lindo que fue tenerlos sentados en la mesa.