domingo, 17 de mayo de 2009

HOY ME TOCA A MÍ (de nuevo)… Palabras mías sobre “Los domingos sirven para que uno reviente como un sapo”.

Los domingos sirven para que uno reviente como un sapo y lo digo literalmente.
No sé como se reventarán los sapos (no tuve la dicha de ver a ninguno), pero me imagino que los estados a los que uno llega en determinados domingos, debe asemejarse bastante. La “reventada” puede ser producto de alguna causa particular, de la combinación de dos o más, o de la confluencia de todas.
Para empezar a enumerar, voy a hablar de la más común: COMER COMO ANIMALES todo tipo de alimentos (nocivos en su mayoría) hasta quedar inmóviles, panza para arriba y listos para esperar la muerte (que si viniera a buscarnos, necesitaría una grúa para remolcar semejante bola de kilos). Acostumbrados a una alimentación precaria durante la semana (arroz, fideos, panchos y pizza), muy poco elaborada, repetitiva, escasa y a las apuradas, los domingos en familia son concebidos como una revancha. Las madres, tías o abuelas nos esperan con banquetes desproporcionados en cantidad y calidad, con una variedad de ensueño y decididas a emplear cualquier tipo de artilugio si venimos cortos de hambre (no aceptan un “no” ni por casualidad). Entre frases como: “Nena, proba ésto y ésto y esto”, “Comeeeeeeeeeeete el último pedacito” o “Te hice la comida que tanto te gusta”, vamos de una fuente a la otra como si se tratara de un torneo con postas, y en el que obviamente, gana el que pasa por todas, aún cuando en las últimas, ya le cuesta respirar. Solo está permitido tomar gaseosa, razón por la cual la hinchazón se hace cada vez más y máaaaaaaaas pronunciada. Ni mencionar los mates que vienen después, acompañados de alguna/s torta/s y las sobras del almuerzo que exterminamos a la noche en nuestras respectivas casas.
Otra causa de “reventón”, está directamente relacionada con la característica propia de los domingos: SON UN BAJÓN. No solamente se puede reventar físicamente, emocionalmente… también!!! No sé cual será el origen de ésto, pero el séptimo día es tristíiiiiiiiiisimo y si estamos en invierno, peor!!! Encima en la tele no hay nada bueno para ver, te da fiaca salir a visitar amigos, dormís siestas eternas (varias durante el día), te ponés a rememorar viejas épocas con canciones nostalgiosas (porque uno es masoka masoka), te pinta la angustia oral y seguís comiendo… se te hace laaaaaaaaaaargo el día y terminas reventándote la cabeza contra la pared porque no te queda otra, es el paso obligado.
Otra: si saliste la noche anterior y el domingo te agarró en tu casa con RESACA y SOLO, sin nadie que te haga un miserable tesito o te de apoyo logístico mientras te desarmás en el baño… eso si que es feo. Te dormís con el mundo patas para arriba y te despertás igual, tomás coraje (solo coraje, porque ni agua podés tomar) y repasás en tu cabeza el recorrido que hay de la cama hasta el baño, dándote fuerzas y pensando que “Vos podés, vos podés”. Te sentás (ya es un gran paso), aguantás un rato ahí viendo que onda, bajás las piernas y el frío del piso apura los trámites, salís corriendo al baño y llegás jugadísimo. Puede que toda esa serie de acciones no te salga de una, pero es normal e intentás no desmoralizarte ante los emprendimientos fallidos. Volvés a la cama arranstrándote, transpiración a full y frío, mucho frío (sudor helado, ay ay ay ay), te metés de nuevo entre las sábanas, pero solo por unos instantes, porque vas a repetir el recorrido tantas veces como sea necesario y usualmente la cantidad no baja de las 6 o 7. Mientras tanto, despotricás contra el domingo, la cerveza, el fernet, la soledad, el Alikal que no funciona, el Biletan Encimático que te olvidaste de tomar la noche anterior, contra el frío, contra el calor, contra la soledad de nuevo y así te pasas un domingo del demonio, postrado en la cama y pensando como coño vas a hacer al día siguiente para ir a laburar.

Los domingos solo sirven para que uno reviente como un sapo. Alguien tendría que haberle avisado al “fierita” que en el séptimo día uno no descansa, sino que se cansa más que cualquier otro día de la semana, porque se la pasa tejiendo melancolías en medio de una oralidad desaforada.
Ante sala de los lunes, post sábados de furia, el domingo sirve para que reventemos como sapos, habrá que cuidarse de no salpicar…………tanto.