martes, 20 de enero de 2009

Palabras de Lucas. Sobre “El Titanic”.

Hoy a sido un “día Titanic” y encima lupeado… Se me hundió el barco, pero no una, sino 33.459 veces: a la mañana, temprano (muuuuuuuuuuuy temprano), mis viejos me mandaron a pagar impuestos al banco, había una cola de 15.502 personas y para colmo, estaba roto el aire acondicionado (frito en la frente, me chorreaban las gotas, axilas húmedas y delatoras, zapatillas con medias); llegué al final de la fila y pregunté si esta era la cola para pagar impuestos, con la esperanza de que me dijeran: “no, nene, esta es la cola de jubilados… tenés que pagar en aquella caja que está vacía”, pero obviamente, estaba en el lugar correcto… estaba destinado a perder toda la mañana en ese antro. La cuestión es que esperé y esperé, avanzando a paso de tortuga, hasta que por fin me tocó a mí. El cajero, cansado a esa altura, empezó a pasar mis boletas y en la segunda hizo una exclamación verbal muy poco amigable: ¡la p… madre que lo re mil p…! El banco entero se había quedado sin sistema. “Bueno”, pensé yo, “no será para tanto”, hasta que me dijo sin vaselina, después de que yo me había chupado 3 horas 41 minutos y 58 segundos en el recinto, que volviera mañana porque no iban a tener en todo el día. Podes creer?????? Me fui puteando en 4 idiomas, al cajero, al banco, al sistema, a los impuestos y a mis viejos. Así empezó mi día y siguió con una catarata de eventos desafortunados: pisé bosta, me cagó una paloma y encima una vieja me dijo que eso era “buen augurio” (menos mal que era bueno, porque no me quiero imaginar que hubiese pasado de no haberlo sido); al mediodía me fui a un asado en el río con el curso, me fui estrenando malla (una adidas, blanca que me regaló mi abuela para navidad), ni bien llegué me tiré al agua y cuando salí, vi que me miraban y se reían… Adivinen!!! La malla se translucía toda y me quedó el canario a flor de piel como si no tuviera puesto naaaaaaaaada!!!!! Me pasé la tarde cagado de calor y envuelto en una toalla del osito Pooh. Me volví a mi casa, en bici, pedaleando contra el viento (ráfagas que deben haber superado los 82 Km. por hora), arribé a mi casa muerto, transpirado, con olor y deseando desorbitado una ducha de agua fría para refrescar, sobre todo, mis partes íntimas que venían casi prendidas fuego. Adivinen otra vez!!!! Mi hermana estaba encerrada en el baño, llorando y chillando que no iba a salir hasta que mi mamá dejara de gritarle. Mi vieja indignada diciéndole: “Pendeja de mierda!!!!! Te voy a dar yo!!! Salí, salí nomás y ya vas a ver!!! Faltaba más… la señorita se enojó porque no le compré una malla de 364 pesos!!! 364 pesos por 30 centímetros de tela!!!!!!!!!!! Dónde se ha visto semejante burrada???? 3 horas y media pateando el centro a pleno sol, 19 negocios, 12 mallas por local se midió y no le gustó ni una!!!!! Ella estaba encachilada con esa que vio en un catálogo en la casa de no se quien y que salía 364 pesos!!!! 364 pesos!!!!! Por Dios, 364 pesos!!!!!! Un cuarto de sueldo!!!!! 2 compras en el súper!!! 12 kilos de asado!!! La mitad del alquiler!!! 6 meses de gimnasio!!!! 3 temporadas de pileta!!!! Mira si voy a gastar 364 pesos en 30 centímetros de tela!!!!! Encima seguro que la compra y después no se la pone nunca porque le hace rollito acá, le ajusta allá, no le calza el corpiño… haceme el favor…” Y así siguieron gritando, mi hermana no salió del baño, mi mamá se empacó, se amotinó en la pieza y no hizo la comida. Ese fue mi día, si alguien del servicio climático hubiera tenido que describirlo, habría dicho: “Lluvias aisladas por la mañana, empeorando por la tarde. Alerta meteorológica por la noche”. Terminé acostado en mi cama, mirando el techo porque la tele no funciona desde anoche, sin comer, transpirado, sucio y con 2 bolsitas de hielo, una para calmar el ardor de allá abajo producido por la bici y otra para calmar el dolor de cabeza producido por el barco, que nunca dejó de hundirse.