jueves, 28 de mayo de 2009

Palabras mías. Sobre “Una vida sin celular: una vida de tragedia”

Vengo viniendo medio meada por un elefante, porque no se están dando las cosas como me gustaría, sino exactamente al revés, ni siquiera se aproximan a lo deseado, pero bue… Tanto laboral, académica y un que otro “mente” más, las “cosas” están tomando el rumbo que se les canta sin siquiera pedirme permiso o al menos darme aviso (como para que la sorpresa no me tome tannnnnnn por sorpresa). “Todo toma su curso natural”, dicen los que saben. El tema es que lo natural en este caso es una cagada y me queda preguntarme una y otra vez, que es lo que tendré que aprender de todo ésto, porque si bien “unos nacen con estrellas y otros estrellados”, me niego a entregarme de lleno a ese proverbio consolador y me sostengo pensando que definitivamente detrás de toda esta coyuntura hay más que una simple cizaña de la vida o un designio del destino o un karma de nacimiento (joder!!). Además, “a mi nadie me va a decir como he venido a nacer o que tengo que hacer!!!! Nadie me va a venir a decir con que karma cargo y con cual no!!! Nadieeeeeeeeeee!!!!”. Bueno, quizás no tan así, pero como ya dije, me niego a quedarme en el molde, reposando en las escrituras del futuro, cosmos o quieran llamarlo. Cuando uno atraviesa estos momentos, tiene que plantearse que es lo que está haciendo mal o qué es lo que tiene que aprender. Estos momentos sirven mucho para conocerse, para saber hasta donde se es capaz de llegar, cuáles son los límites, cuál es el “poder” de regeneración, cuál es el tope… el fondo. No es tarea fácil ni placentera, porque a veces nos encontramos con que ahí tampoco las cosas salen como lo teníamos pensado, pero valen todos los intentos.
Bueno, como introducción ya es suficiente… vamos al grano. Además de todo eso, ayer me vengo a quedar sin celular: el muy guacho no tuvo mejor idea que morirse justo ahora…. Justo ahora!!!!!! De repente, se le piantó el moño y se le quedó la mente en blanco (mente = pantalla). ¿Y eso que significa? Que no puedo hacer otra cosa más que recibir llamados (y no sé hasta cuando, porque como viene el muy HdP, en cualquier momento se clava del todo). Me mandan mensajes (lo sé por el “tin-tin-tin-tin”) y no los puedo leer, mucho menos contestarlos; me llaman y no veo quien es (o sea que si es alguien que no quiero atender, atiendo igual); si necesito llamar a alguien (podría hacerlo del fijo), no puedo porque tengo todos los teléfonos en esa agenda de mierda que me resulta prácticamente vital; me quedé sin alarma despertadora (voy a tener que comprar un reloj, finalmente); sin recordatorios de cumpleaños, turnos al dentista o fechas de examen (suenan uno detrás del otro y tengo que andar adivinando); me quedé sin calendario, sin música, sin fotos, sin el ring tone de Homero eructando que divierte a mis amigos cuando empiezan a decaer las fiestas… en fin, mi vida se transformó en una tragedia griega y todo por un celular del demonio (posta que para mí lo inventó Lucifer para cagarse de risa en nuestras caras). ¿Cuándo fue que me hice tan dependiente de ese aparatito? ¿Cuándo fue que mi vida se redujo a ese objeto inanimado de tamaño reducido? No lo sé, y hoy estoy cayendo en la cuenta de lo que esta porqueriíta representa para mí… “El hombre domina a la máquina”. ¿Qué???????? ¿Quién fue???? ¿Quién dijo semejante estupidez???? Esa frase ha quedado obsoleta, seguro que quien la dijo no tenía celular y no conocía las bondades del mismo. Qué microondas, ni que microondas… no hay electrodoméstico que le llegue siquiera, a los talones, porque en materia de facilitar la vida, el celular no tiene parangón.
Ahora sí que se me puso difícil… sin celular estoy frita.
Y eso que “ a mí nadie me hace sentir frita!!!! Nadie se me rie en la cara!!!! Nadie me levanta la manoooooooo!!! Nadieeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!”.


P/D: Sin la ayuda de mi cuñado mayor, este post no habría existido: Gracias… Totales!!! Jejejejeje…