miércoles, 23 de septiembre de 2009

"FALTA DE COMUNICACIÓN"

Que difícil es encontrar los códigos justos para entendernos con nuestros pares. Pocas son las personas a las que no hace falta explicarles demasiado las cosas. Hay momentos en los que la comunicación con el otro se torna tan trunca, que uno termina optando por dejar la conversación a medias, porque el desgaste de energía se vuelve enorme, y a sabiendas de que no se llegará a ninguna parte, seguir insistiendo es inútil y agobiante. ¿Será que no nos entienden o qué no sabemos explicarnos? ¿Será que algunas veces el afecto nos juega en contra? ¿Cuál es el motivo que da origen a éstas diferencias de puntos de vista que no encuentran un solo lugar en común? A veces pareciera que no conocemos a la persona que tenemos en frente, a pesar de que, paradójicamente, quizás hemos crecido a su lado o compartimos desde hace años nuestra vida. No existe una ecuación perfecta que nos permita establecer un parámetro. A veces esta falta de comunicación se debe a cuestiones generacionales, o de género o simplemente a diferencias de contexto o experiencias de vida. Es muy difícil ponerse en el lugar del otro cuando creemos que NO estamos equivocados, que tenemos la posta y que no existe otra forma de proceder más que la propia. Y no estoy hablando de persuadir a la otra persona hasta convencerla de que está equivocada, solo estoy hablando de que nos escuche para comprender nuestra perspectiva, lo cual NO siempre implica que acuerde con ella. Solo se trata de (insisto), ponerse en el lugar del otro con todo lo que eso significa, teniendo en cuenta su forma de ser, sus necesidades, su contexto y todo lo que conozcamos de su vida, pasada y actual.
En mi caso particular, no me molesta tanto (y digo “tanto”, porque me hago cargo de que soy testaruda) el hecho de que alguien no esté de acuerdo conmigo, como el hecho de que solo se preocupe por hacer un decálogo de procedimientos sin siquiera detenerse un minuto a pensar en lo que estoy diciendo.
Hay gente que discute para ganar y se siente sumamente satisfecha cuando se le otorga el “privilegio” de la razón; cuando en realidad, el verdadero objetivo de una discusión, debería ser entender las posiciones que se plantean y reflexionar sobre ellas… estar de acuerdo, es otra historia, y al fin y al cabo, no podemos disentir con algo que no hemos comprendido y reflexionado, mucho menos con algo que ni siquiera hemos tenido la delicadeza de escuchar. ¿Cuántas veces hemos sentido que hablamos con un bloque de cemento?
¿Y cuántas veces hemos sido ese bloque? ¿Tan difícil es salirnos de nosotros mismos para comprender una realidad que no es la propia? ¿Tan difícil es pensar que las diferencias que el otro pueda tener con nosotros, no necesariamente son errores? ¿Tan difícil es ver que lo que nosotros haríamos de una forma, el otro tal vez lo haga de otra manera y eso no implica que se esté equivocando? ¿Tan difícil es pensar en que quizás los equivocados somos nosotros por ser incapaces de escuchar o tratar de comprender lo que están tratando de decirnos? A veces parecemos gallitos ciegos (o sordos) que opinamos sobre los demás con una percepción de su realidad, tan esquizofrenica como inexacta. Hay que ser un poquitito más cautos a la hora de hablar, porque ese que está parado enfrente, escuchando nuestro sermón, tiene una vida particular y diferente, piensa y siente de acuerdo a eso y a lo que le ha tocado vivir, y probablemente se sienta un pelotudo atómico e impotente, frente a nuestra verborragia desatinada, sordera sostenida y falta de reflexión.
En este mundo estamos para dar y para recibir, para enseñar y para aprender, para escuchar y ser escuchados, para hablar y para callarnos cuando sea necesario… pero fundamentalmente estamos en este mundo para decidir que hacer con nuestras vidas, por eso seamos cautelosos y no pretendamos quitarle al otro el derecho que tiene sobre sí mismo, y a la hora de opinar hagámoslo con afecto, porque es el único camino para llegar a esa persona, que seguramente no es ninguna boluda, y sabrá tomar de nuestras palabras lo mejor.