martes, 1 de septiembre de 2009

NUESTROS ABUELOS

Desaparecida en acción (y en des-acción también), vuelvo cada tanto a escribir.
La nueva, es que estoy cuidando a mi abuela. Acaba de tener una de esas cosas que le agarran a nuestros viejitos y necesita ayuda para hacer algunas actividades, por eso, ahi estoy yo para hacer lo que debo.
Supongo que voy a tener varias anécdotas que contar en este tiempo, porque estar con los abuelos todos los días, puede ser muuuuuuuuy interesante. Algunas veces te queman la cabeza y te dan ganas de matarlos, otras te cagas de la risa y otras, te arrepentís de no haber hecho ésto antes.
Nuestros viejitos son, entre otras cosas, un montón de historias para contar. No al pedo tienen ochenta y pico de años, y ponerlos a hablar de su pasado puede resultar muy entretenido, sobre todo si son buenos narradores, como es el caso de Gloria, mi abuela.
La vieja, es la hermana mayor de cinco hermanos y la única que todavía pisa tierra firme. Viuda dos veces y madre de dos hijas y un hijo (mi viejo), a quien perdimos hace 6 años. Ya con esos datos, podrán deducir que no ha tenido una vida fácil. Desde muy joven tuvo que pelearla sola, porque si bien estaba casada con el padre de sus hijos, mi abuelo, el viejo era bastante particular y esa es una historia que les voy a contar en otra oportunidad. A lo que quiero llegar ahora, es a contarles, que a pesar de que las cosas a veces no resultaron como ella esperaba, la vieja siguió firme como un roble y se bancó las adversidades de la vida como una duquesa... siempre para adelante.
A mi me resulta muy difícil de entender como es que hoy, después de haber pasado por las cosas que pasó, está tan llena de ganas de vivir. Y lo digo realmente asombrada, porque creo que yo no me lo hubiera bancado de la misma manera. Hoy, y teniendo en cuenta de que me quejo por tantas pelotudeces, escuchar las historias de mi abuela, me hace acordar a esas películas requetecontra dramáticas o al menos me hace sentir lo mismo que siento cuando las miro: son historias tan lejanas a la realidad que vivo, que me da la impresión de que son inventadas, de que no pudieron ocurrir de verdad, porque de ser así... ¿Cómo mierda se lo bancó???? Y llego a la humilde conclusión de que soy una maricona, una pendeja (cada vez más grandecita) que más de una vez se queja de lleno y que, a diferencia de mi abuela, la vida no me ha cacheteado tanto. Las trompadas de la vida son las que te hacen apreciarla, porque empezas a comprender y a valorar los buenos momentos. Disfrutas lo que tenés que disfrutar y lloras lo que tenés que llorar, ni más ni menos. Problemas son los que tenés que resolver y no los que te esforzas por inventar; los que te sorprenden de verdad y te obligan a moverte; problemas son los que te llevan a límites insospechados y te empujan a salir adelante... Esa clase de problemas son los que hicieron de mi abuela, una mujer con ganas de seguir viva y un ejemplo a seguir.
Sepan disculpar mi fanatismo, pero esta mujer me parece una especie en extinción digna de ser aprendida, porque no hay día en el que una palabra de afecto o una broma, no le cambie el mal humor con el que se levantó; porque está dispuesta a recibir los cambios y aprende a convivir en paz con ellos; porque se esfuerza por estar siempre mejor; porque pocas cosas la han tirado a llorar en una cama días y días; porque te pinta la mejor cuando le pedís un consejo; y porque con 82 años, todavía sale a caminar sin rumbo alguno, solo por disfrutar del día y viaja 600 km al mes, en colectivo, para visitar a sus hijas.
He dicho...

4 comentarios:

Lolita y El Profesor dijo...

Yo conocí a alguien así.
Mi abuelo.

El Profesor

Julia Scarone dijo...

Profesor!!!!
Como le va???? Es buenísimo cruzarse con estas personas, porque se puede aprender a vivir mejor... Gracias por pasar!!

Joan Tristany dijo...

Un verdadero placer entrar en tubog y encontrarme esta maravillaque acabo de leer.
Un fuerte abrazo
Joan

Julia Scarone dijo...

Joan:
Muchas gracias!!!! Me alegra que gustes de lo que escribí!!! Saludos!!!